miércoles, 21 de mayo de 2008

Niños orando

Un Nombre Refleja la Esencia

El nombre del ministerio de Escuela Dominical ha cambiado y ahora representa el Ministerio en su esencia.  El Nuevo nombre: Ministerio de Escuela Dominical y Discipulado muestra el compromiso que tenemos como iglesia de realmente ir más allá que un solo programa los domingos por la mañana.  Reconocemos con este cambio de nombre que nuestro crecimiento como cristianos continua aún cuando somos grandes.  Las verdades Bíblicas con nuevas cada día y nos acompañan en cada etapa de nuestra jornada terrenal. Presidente de MEDD, pastor, líder y maestro, le animo a mirar a su iglesia local con nuevos ojos, viendo que la esencia de la Escuela Dominical no es el material ni la clase, sino el discipulado. Y todo el discipulado sucediendo en su iglesia necesita reconocimiento y atención.

martes, 20 de mayo de 2008

Hagamos una conexión con nuestros jóvenes. Algunas ideas:
  • Como maestros

    Clase cuna

    Otras clases- como maestros o asistentes

    Rotando en una clase de jóvenes

    Cultos Infantil

    Escuela Bíblica Vacacional

    Dando talleres en su especialidad

    Haciendo trabajos misionales- CAUSE

    Trabajos en la comunidad

AGUSTÍN- UN NIÑO QUE LLEGA A LA IGLESIA

Agustín tiene 10 años, aunque su conducta contradice esta verdad, ya que interrumpe, distrae y es muy irrespetuoso.  Agustín llegó a la iglesia evangélica por un esfuerzo de la Escuela Dominical a alcanzar a un barrio carente, enviando un colectivo cada domingo a buscar niños.

La iglesia, cuyos miembros son de un nivel socioeconómico medio, está enfrentándose a una nueva transición en el barrio.  Antes esta iglesia tenía un alto nivel, mucha clase y un sentido moderado de lujo.  Los miembros entonces son personas de trabajo, ética, y modales.  Sin embargo, los barrios adjuntos están cambiando.  Familias con la necesidad de vivir más cerca de una ciudad grande, están poblando campos vacíos y tierras sin dueño.  Las drogas y el alcohol se han convertido en una parte notable de las calles.

La iglesia, observando estos cambios, no se achicó ante el gran desafío, sino que viene respondiendo a la necesidad real de su comunidad.  Los sábados la iglesia enviaba un equipo de personas para realizar una actividad evangelística con niños en los barrios carentes.  Los niños, sin previo contacto con una iglesia evangélica, se reunían de a cien o más para las escuelitas bíblicas.

A pasar el tiempo, la iglesia comenzó a enviar un colectivo para buscar a los niños del barrio y traerlos a la Escuela Dominical los domingos.  En este momento, más de 40 niños asisten los domingos a la Iglesia.  En casos de eventos especiales o teatro, la asistencia llega a superar los cien. 

Agustín es uno de estos niños. Sus padres son alcohólicos y drogadictos.  El padre ha golpeado a su esposa repetidas veces hasta el punto de dejarla hospitalizada.  Agustín, a medida que va creciendo, recibe más y más los golpes de su padre.  Su madre intenta cuidarlo pero los pocos recursos económicos que la familia tiene se desperdician en alcohol y drogas.  Ella es una madre emocionalmente ausente ya que se olvida de sus problemas con el alcohol.  Al no tener mucha atención tierna, ni respuestas a necesidades básicas, Agustín ve que su mundo es un lugar impredecible, doloroso, y amenazador. 

El comportamiento de Agustín se empeora cada vez, y esto produce más distancia entre él y su objeto de amor- su mamá.  Con preocupación de madre, ella prefiere ser severa con su hijo, antes de exponerle a los golpes horrendos de su esposo.  Lo castiga aún cuando no es necesario para controlar su comportamiento, con el fin de “protegerlo” de su papá.  La falta de comida y de ternura hace que Agustín pase más horas afuera, jugando en el barrio.  Sin embargo, las opciones sanas en su barrio no son las mismas que en un barrio de media clase para arriba.  Los parques han sigo destruidos, pintados y son utilizados para la venta de elementos ilegales.  Además, la inocencia de Agustín no es tan intacta para recrearse con una simple hamaca.

En la escuela, Agustín llega sucio, cansado y con hambre.  Es un niño muy inteligente.  Es rápido y alerto.  Sus primeros años de escuela fueron lindos porque se emocionaba con aprender.  La escuela era un refugio para el pequeño. Adoraba a su maestra e intentaba agradarla, llevándole flores y expresándole el cariño que él tanto anhelaba recibir. Ella reemplazó a su madre como objeto de amor.

Al pasar los años, su comportamiento es más agresivo.  Comienza a solucionar sus conflictos interpersonales modelando el comportamiento de su padre. Sus necesidades básicas de seguridad y de pertenencia son cada vez más descuidadas.  Esto hace que, de acuerdo a la teoría de Maslow, Agustín comienza a funcionar por debajo de su potencial en la escuela. Piensa en la comida durante toda la mañana.  Anhela ir a casa a comer, pero también siente pánico al ver que llega la hora para caminar a casa.  Su preocupación es el camino a  recorrer ya que en invierno hace frío, y a veces es atormentado por los niños más grandes.  Agustín comienza a bloquearse contra estos temores.  Es mejor ser fuerte y más feroz que los demás.  Con esta creciente actitud, Agustín se escapa de las agresiones de los grandes, quienes se ocupan en molestar a niños más sensibles.

 

En su etapa cognitiva pre-operacional, Agustín determina las condiciones de su mundo por su propia interacción con él mismo.  Entonces, a la medida que Agustín se atrasa en comparación con sus compañeros, se empieza a definir como un niño “lento”, y su comportamiento empeora para recompensar su nuevo rol de inferioridad. Ahora, en vez de ser el “lento”, se esmera a ser el “vivo”, o el “mal portado” de la clase, haciendo chistes, interrupciones y faltándole respeto a los demás. Sus maestras comienzan a incomodarse con su agresión.  La única atención que comienza a recibir Agustín, es negativa. 

Cuando la iglesia evangélica comienza a realizar actividades en el parque, Agustín se entretiene con los payasos, la música y los títeres.  Como este ámbito es nuevo para él, su rol de rebelde no se destaca todavía.  Su curiosidad y la diversión hace que la escuelita bíblica sea atractivo para él.  No queriendo cortar o poner en riesgo esta nueva actividad, Agustín se porta bien. 

Cuando Agustín comienza a llegar a la iglesia, la dinámica cambia y que la iglesia es mucho más estructurado- parecido a la escuela.  Hay paredes, límites, reglas y clases.  Allí, Agustín revierte al rol que conoce- del niño rebelde. Hace chistes en la clase. Se levanta y corre.  Desafía a los otros niños hasta el punto de pelear.  Para las maestras, la clase funciona mucho mejor el día que Agustín se ausenta.

 Aunque con más interés que en la escuela, Agustín escucha acerca de un Dios bueno- un padre.  Percibe que existen código morales, las cuales no entran en su esquema o panorama mundial.   Aceptar estos códigos morales significa denunciar o rechazar por completo, los códigos de sus padres.  Aunque no le cabe la duda que los ejemplos paternos son cuestionables, cortar con las ideologías de sus padres es hacer un corte final a una conexión frágil.  Es también rechazar su propio origen- quien él es, y adoptar uno nuevo.  Este nuevo modelo parece ser un poco simple, inocente, y exclusivo de personas como él y sus padres.  Sin embargo, su idealismo de niño hace que comience a creer, aun de lejos, en este Dios amoroso.

 El caso de él se ve repetida en muchos niños del barrio carente.  La llegada de niños como Agustín a la iglesia ha interrumpido lo que antes era el orden y el procedimiento sistemático del culto.  Las familias de clase media se ven confrontados con un ambiente diferente. Para algunos laicos motivados, esto presenta una hermosa oportunidad para extender el Reino.  Para otros, el caos, el mantenimiento del edificio, y los obstáculos nuevos son una amenaza. Para empeorar la situación, las familias tradicionales de la iglesia se encuentran con que los niños crecidos en hogares cristianos tienen que compartir el espacio con los niños carentes.  Las maestras de Escuela Dominical pasan más tiempo imponiendo orden y disciplina que enseñando la Palabra de Dios.  Los niños de las familias tradicionales copian actitudes y comportamientos (malas palabras y gestos) de sus nuevos compañeros.  Y claro que está el tema de los piojos.

La iglesia, como agente de cambio y compasión en la sociedad, debe tomar casos como este con interés activa.  La preocupación de los miembros “fieles” debe ser reconocida.  Sin embargo, parte del problema de estos hermanos es su falta de entendimiento en cuanto al rol del cuerpo de Cristo.  Posiblemente la Iglesia se tiene que responsabilizarse por esta ignorancia, ya que la misión debe ser intrínseca en cada miembro de una institución.  Los viejos feligreses deberán entender la dinámica necesaria- y deberán comprender su rol en la vida de los Agustines de la comunidad.

Para poder combatir este conflicto, los pastores y líderes tomarán como necesitados, no solo los niños carentes, sino también los viejos miembros de la iglesia.  ¿Necesitados de que?  Ellos necesitan dirección, educación cristiana, y visión para poder unirse al movimiento de la iglesia.  Al ver los comienzos de este giro en la comunidad de fe, el pastor se mueve para “preparar” o “ablandar” el campo.  Mientras se hace ministerio en el barrio los sábados, se debería estar trabajando del otro lado, con el campo de las paradigmas establecidas.

El peligro de obviar este lado de la situación es alto.  La iglesia corre el riesgo de la polarización de su congregación.  Los feligreses comienzan a sentir una frustración y la solucionan de la mejor manera- muchos buscando otra iglesia cuya red de seguridad y comodidad es mayor.  La membresía de la iglesia comienza a bajar.  Esto produce una insatisfacción general en la comunidad de fe.  Existen menos miembros para atender a los nuevos integrantes.  La dinámica y el entusiasmo inicial disminuye.  Los mismos niños notan el bajo ánimo.

El riesgo más grande existe en el grupo de niños nuevos.  Durante la incomodidad, los niños perciben que son aceptados por algunos integrantes de la iglesia.  Este rechazo confirma la idea de que Dios ama a cierto tipo de persona.  El modelo ejemplar no se aplica a sus crianzas y a sus trasfondos así que no se aplica a ellos personalmente tampoco.  En vez de definir el hermoso carácter de Dios, en esto nuevos niños, se confirma el legalismo de la religión.  Los niños de las familias estables también perciben esta hipocresía.  Toman dos posibles actitudes: o lo adoptan como paradigma también y crecen a ser personas que excluyen y discriminan, o rechazan este modelo y terminan rechazando la religión por completo. 

Esta situación no es difícil de notarse en las iglesias de hoy.  El pastor y su liderazgo debe ver a los problemas en forma amplia para poder enfrentarlos integralmente.  La preparación de la iglesia entera es necesaria antes de poder suplir las carencias de “Agustín”.   Como las necesidades de estos niños son más complejas que sólo una falta de afecto y contención, la solución también es compleja.  No se puede pretender ser un agente de cambio en la sociedad sin enfrentar las disfunciones conceptuales y de conducta adentro de la iglesia.

Esto no quita de que un giro grande de nivel socioeconómico en la Iglesia afectará a muchos.  No se podrá vivir esta transición sin dolores de crecimiento. Aun con una educación profunda, algunos miembros no se podrán adaptar a este cambio y se irán de la iglesia.  Pero la intercepción anticipada del liderazgo hará decrecer enormemente el dolor de esta transición.  La iglesia estará preparada para los Agustines.  Esa preparación va más allá que una defensiva, sino que los miembros se involucren en la vida de los niños. 

La comunidad de fe se ve afectada positivamente, aunque tenga obstáculos negativos (como el desorden, el caos, y los piojos).  El balance es mucho mayor en cuanto a la maduración espiritual de la congregación.  Y Agustín comprende que el evangelio de palabra, es una realidad y gradualmente acepta este evangelio como propio- aplicado a él.  En la iglesia, Agustín no encuentra la solución para todos sus problemas.  Lo que encuentra es una contención, apertura y amor.  Comienza a poder enfrentar la vida con algunos recursos emocionales que antes no tenía.  Descubre sus talentos y habilidades sin tener que rebelarse.  Se empieza a auto identificar de otra manera, y al verse a través de lo ojos de los miembros de la congregación, quienes lo miran con los ojos de Dios.

No sabemos como va a seguir la vida de Agustín.  Es un ejemplo de muchos niños.  Han habido malas inversiones en su vida, sin embargo, el evangelio ha entrado en forma profunda.  Agustín conoce a Dios. Esto lo hace una nueva criatura y le da esperanza para el futuro.